jueves, 24 de noviembre de 2011

Un "tornado" de hielo en timelapse

24 noviembre 2011. Blog Fogonazos


El equipo del documental "Frozen Planet" de la BBC ha conseguido filmar por primera vez el extraño fenómeno de las columnas de hielo que se forman bajo la Antártida. Desde hace tiempo, los científicos que trabajan en estos lugares han observado estos carámbanos que empiezan a descender desde la superficie de hielo hasta tocar el suelo y congelar todo aquello que tocan. Pero no se sabía cuánto duraba el proceso ni en qué condiciones se producía exactamente, hasta que han conseguido filmarlo en timelapse.

"Fue una especie de carrera porque nadie sabía a ciencia cierta a qué velocidad se formaban", asegura el cámara de la BBC Hugh Miller. "El que vimos una semana antes se estaba expandiendo en frente de nuestros ojos, el proceso completo llevo entre cinco y seis horas".

La grabación está realizada cerca de la ladera del monte Erebus y la temperatura del agua era de un -2ºC. Además de la dificultades que entraña meterse bajo el hielo, explican los cámaras, tuvieron que enfrentarse con las interferencias de la vida local. Las grandes focas de Weddel suelen pasar arrasando todo, incluidas las columnas y el equipo de filmación.

Como veréis en el vídeo, estos "tornados" de hielo descienden lentamente desde la superficie debido a que el agua salada, y más densa, congela todo lo que se encuentra a su alrededor. Se forman tanto en el Ártico como en el Antártico, pero necesitan que las aguas estén totalmente calmadas para completar su descenso. Una vez que tocan el lecho marino, congelan cuanto tocan, incluidas las estrellas de mar y los erizos.

Más info: 'Brinicle' ice finger of death filmed in Antarctic (BBC)

viernes, 18 de noviembre de 2011

Un lugar en el Universo

Fuente: Hominidos 

Los seres humanos junto con el resto de organismo que conocemos tenemos vairas cosas en común. Una de ellas es que todos vivimos en el mismo sitio, un lugar, una pequeña roca que gira alrededor de una estrella vulgar, que se encuentra perdida en un rinco de una galaxia cualquiera de entre los miles de millones de galaxias que pueblan el Universo. Compartimos un hogar, la Tierra, pequeño e insignificante, pero a la vez hermoso y sorpendenete:



martes, 15 de noviembre de 2011

Escépticos: Productos milagro

domingo, 13 de noviembre de 2011

Once cifras científicas e históricas con el número 11

 
Coincidiendo con la llegada de la atractiva fecha del 11 de noviembre de 2011 (11-11-11), reunimos once datos científicos e históricos con el número 11 como protagonista:

· El sodio es un elemento químico de símbolo Na cuyo número atómico es 11.

· El abdomen de la mayoría de los insectos tiene once segmentos.

· La actividad solar aumenta y disminuye en ciclos o períodos de 11 años.

· El Apollo 11 fue el primer cohete tripulado que pisó la Luna.

· El 11 de noviembre de 1918 fue el día en que terminó la Primera Guerra Mundial.

· En un equipo de fútbol juegan 11 jugadores (el "once titular"), los mismos que en uno de cricket.

· Once son los escritores hispanos han obtenido hasta ahora el Premio Nobel de Literatura.

· La teoría de membranas o teoría M prevé la existencia de 11 dimensiones en el espacio-tiempo.

· El archipiélago de las islas Shetland del Sur, en la Antártida, está formado por 11 islas.

· Once años ha tardado Jean Béliveau, un ciudadano canadiense de 56 años, en dar la vuelta al mundo a pie. Recorrió 75.000 kilómetros y gastó 53 pares de zapatos.

· El 911 es un numero de teléfono utilizado por la mayoría de países del mundo como número central de emergencias. La primera vez que se utilizó fue en 1968, en Estados Unidos.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Un asteroide del tamaño de un portaaviones se acerca a la Tierra


Un asteroide del tamaño de un portaaviones se acerca a la Tierra La NASA sigue de cerca al asteroide 2005 YU55 que se aproxima a la Tierra y se espera que pase el próximo 8 de noviembre a una distancia inferior a la de la órbita de la Luna, aunque según ha informado la agencia espacial no hay peligro de colisión.
El asteroide tiene 400 metros de diámetro, equivalente a la longitud de un portaaviones, y se calcula que pasará a una distancia mínima de 324.000 kilómetros, algo menos de la distancia de la Luna, que está a unos 384.000 kilómetros de la Tierra.

Las antenas del Centro de vigilancia del espacio profundo de la NASA situado en Goldstone (California) vigilarán a partir de mañana, 4 de noviembre, la trayectoria del asteroide, que según han indicado los expertos está bien definida.

El potente radar del observatorio de Arecibo, situado en Puerto Rico, se unirá al equipo de vigilancia el día 8 de noviembre, cuando se espera que el asteroide realice el máximo acercamiento a la Tierra.

Los científicos ya han advertido de que la influencia gravitatoria del asteroide no tendrá ningún efecto detectable en la Tierra, como mareas o movimientos en las placas tectónicas.
Si bien este asteroide suele llevar una trayectoria que le hace aproximarse periódicamente a la Tierra, así como a Venus y Marte, el encuentro de este año será el más cercano de los últimos 200 años.

Durante el seguimiento, los científicos utilizarán las antenas de Goldstone y Arecibo para hacer rebotar ondas de radio en el asteroide y con los ecos de las ondas conocer detalles de la superficie, forma, dimensiones, y otras de sus propiedades.

Las observaciones que hizo el radar de Arecibo del asteroide en 2010 muestran que su forma es casi esférica y gira lentamente, con un período de rotación de aproximadamente 18 horas.
Los astrónomos indican que la última vez que una roca espacial de este tamaño se aproximó tanto a la Tierra fue en 1976 y la siguiente aproximación conocida de un asteroide con estas dimensiones será en el año 2028.

La NASA detecta y rastrea habitualmente los asteroides y cometas que pasan cerca de la Tierra usando telescopios terrestres y espaciales con su programa de "Observación de Objetos Cercanos a la Tierra", que ha apodado como "Spaceguard", para detectar si alguno podría ser potencialmente peligroso para el planeta.

jueves, 3 de noviembre de 2011

La bella durmiente


Me fue conquistando poco a poco, mientras trabajaba de maestro en Aguilar de la Frontera y recorría la Sierra de Cabra en compañía de Manolo Mejías, amigo y catedrático de Ciencias Naturales. De aquellos días conservo una profunda pasión por esta vieja dama de los años 30 del siglo XIX, reinventada y transformada en revolucionaria hippie en los 60 del siglo pasado, al aportar las pruebas que removerían definitivamente las viejas teorías. Desde entonces, y para no olvidarla, la busco en cada viaje y disfruto enseñando sus entresijos a los pocos alumnos/as de cuarto de la ESO que han optado por conocerla. Hablo de la Geología, una Ciencia que duerme un sueño profundo, adormecida por la manzana envenenada que algún sesudo asesor del MEC le suministró hace algunas décadas.

La belleza de la Ciencia radica en que es el reflejo de la verdad, como sostenía Heisenberg. Yo creo, además, que la Geología es bella por la sencillez con la que describe los elementos inertes del planeta (rocas, estructuras, relieves, etc.) y los integra en una teoría global que explica su origen y evolución. Sus detalles son complicados, pero no lo es su esencia: Las piezas del puzzle terrestre, denominadas placas tectónicas, se mueven arrastradas por las inmensas corrientes de roca plástica del manto, gracias al calor del núcleo. En ciertos lugares se separan unas de otras, construyen dorsales oceánicas y mueven los continentes. En otros, los bloques litosféricos se acercan y chocan, originando cadenas montañosas. Mientras, en la superficie del globo, el aire y el agua tallan las formas del relieve y arrojan sus detritos (sedimentos) a las cuencas marinas, para devolverlos reciclados en otro lugar, en forma de materiales rocosos de las nuevas cordilleras. Una especie de ying-yang planetario que funciona desde que se solidificó la corteza terrestre, hace unos cuatro mil millones de años. Y en medio, la vida, respondiendo con su evolución a estas fuerzas antagónicas.

De cerca, sin embargo, la Geología se manifiesta en formas concretas y diversas, a veces espectaculares. En Córdoba encontramos impresionantes ejemplos que nos revelan una agitada historia local y nos brindan la oportunidad de intuir el abismo del tiempo geológico: Al norte, las imponentes crestas cuarcitosas de la Sierra de Santa Eufemia, que destacan sobre el suave relieve granítico del Valle de los Pedroches, elevadas por empujes orogénicos hace unos 400 millones de años. En la zona central de la provincia, los fósiles de trilobites más antiguos de Europa, atrapados en rocas de la Sierra de Córdoba, con una antigüedad que supera los 500 millones de años. Y en el Sur, la famosa Cueva de los Murciélagos, labrada durante eones por el agua de la lluvia y el dióxido de carbono atmosférico en las rocas calizas de la Sierra de Zuheros.

Los conocimientos geológicos son, además, herramientas muy útiles para la sociedad. Obviando su aplicación a las minas y a las canteras, éstos nos permiten comprender y prevenir los daños causados por los terremotos y las avenidas. De los primeros ya nos ocupamos en su día en este mismo diario, por lo que sólo voy a recordar que Andalucía es una región sísmica y que “no matan los terremotos, sino el colapso de los edificios”, según Pedro Alfaro, experto geofísico de la Universidad de Alicante. Respecto a las segundas, piense el lector/a en el río Guadalquivir, que serpentea por nuestra provincia abandonando a su paso los sedimentos que han configurado el valle que lleva su nombre. Las intensas lluvias de los dos últimos años han arrasado muchas de las construcciones ilegales de su margen derecha, consentidas por las diferentes administraciones. Con unos mínimos conocimientos geológicos, ciudadanos/as y gobernantes podrían entender que todas estas edificaciones están en la llanura de inundación y que el río toma posesión de lo que le pertenece cuando la atmósfera deja caer con ira su carga torrencial. Un poco de voluntad política y la planificación del territorio harían el resto.

Duerme profundamente la vieja dama de Charles Lyell en su tálamo olvidado. Abandonan las aulas, ignorantes de sus secretos, la mayoría de los alumnos/as de la ESO. Mientras tanto, nuestro docente y paciente corazón espera que un glorioso y paleontólogo príncipe, forjado en la búsqueda de nuestros orígenes en alguna excavación burgalesa, le dé por fin un ardiente beso. Es posible que entonces las autoridades académicas se convenzan del potencial educativo de esta Ciencia y la despierten de su letargo educativo, integrándola de forma didáctica y efectiva en el currículo obligatorio.

Diario Córdoba, 2 de noviembre de 2011

Casimiro Jesús Barbado López/ Asociación Profesorado de Córdoba por la Cultura Científica